La parada en México del tour de hielo negro - Black Ice
Cuatro meses pasaron desde la preventa Banamex, esperando ansiosa el 12 de noviembre: ¡destino final el Distrito Federal!
Una seña con la mano a la orilla de la carretera Ocotlán-Guadalajara inició esta aventura. Herrajes Vugar realizaría una entrega especial, la primera parada de este viaje al infierno. ¿Quién imaginaría que Led Zeppellin, Pink Floyd y The Doors amenizarían el trayecto por la ruta 20/10?
El parque Juárez fue el punto de reunión. Para las 10 de la noche se percibía un movimiento específico. En su mayoría jóvenes de cabello largo vestidos de negro rondaban a un costado de la estación Juárez en la ciudad tapatía. Varias horas de espera, la salida estaba programada para las 11 de la noche, sin embargo, la corta memoria de uno de los 200 compañeros de aventura atrasó la partida.
Para lograr llegar a la capital paramos dos veces: la primera por fallas técnicas. Me preocupé al despertar y oír se “desclochó” uno de los camiones, pero el cansancio terminó venciéndome. Sin uno de los vehículos continuamos el helado viaje. La segunda parada recuerdo fue a las 7: 53 am, bajé por un café deseando encontrar una cobija barata en el Ozzo (improvisada tiendita en una gasolinera). Pase tan fría la noche que no logré soñar continuamente. Las horas pasaron lentas, mientras mi cuerpo se entumía en los incómodos asientos.
Alrededor del medio día arribamos a Teotihuacan prefiero omitir la crónica de ese capítulo. Sólo pensaba en cuanto me lamentaría si no llegaba a tiempo al evento. ¡No vine a ver pirámides, vine a ver…!
A las seis y media de la tarde llegamos por fin al lugar. Las dos horas de espera en segunda fila, parada, fueron de expectativa. 8:40 p.m. de la banda que abrió no hay mucho que decir (recuerdo por suerte que se llaman Mustang), una banda que cantaba en inglés pero hablaba español. Resultaron normales los abucheos y los dedos levantados por todo el foro mientras tocaban. La gente esperaba impaciente a los invitados especiales de la noche. Aquella banda australiana, la que mostraría el mejor espectáculo que el Sol habría visto.
La animación de un tren del rock ´n roll inició el espectáculo, un demonio gracioso la protagonizaba. Al clímax del cartón el tren se estrelló contra la pantalla gigante que lo presentaba, y mientras se separaban en dos, un tren de escenografía se descubría. ¡El tren de AC/DC!
Cinco viejos decrépitos subieron al imponente escenario. Grité de emoción al reconocerlos, ¡Ah! ¡No lo puedo creer! ¡Es Angus Young! No imaginé el show que estaba apunto de presenciar: luces, fuegos pirotécnicos, striptease, ¡toda una explosión de dinamita!
Vestuario: el habitual. Angus Young con el inigualable atuendo escolar y Brian Johnson con su típica boina, pantalón de mezclilla y camisa negra sin mangas. Sin duda los co-protagonistas del concierto Young -Johnson se robaron las emociones de los miles de asistentes. Ni la calvicie de Angus (evidente al caer su gorro), ni la barriga de Johnson los intimidaron. Aquellos músicos exudaban genialidad, talento y pasión por la música, haciendo muecas, corriendo y desfilando por todo el escenario incluyendo la pasarela (calculo de más de 50 metros) y que nos acercaba a los general A y B a aquellos dioses. Estuve ahí, tan cerca que percibía su sudor.
Los incansables ídolos no permanecieron estáticos se notaba a través de la expresiones de sus caras, la voz de Johnson y la pasión que transmitían cuanto disfrutaban al igual que el público de su presentación. Interactuaron con el público, nos hicieron saber que estaban ahí por nosotros.
El frío en el momento no se sintió, la noche ardía mientras Angus se desprendía de su ropa. Sí alcanzaba a ver los vellos erizados del pecho de Angus. Entre campanadas infernales, explosiones de dinamita, cañones, lluvia de papeles y una tras otra sorpresa la adrenalina se acrecentaba. No paraban de asombrarme, melodía tras melodía: una del Black Ice por un clásico.
Una campana descendió del techo del escenario, Brian se alejo hasta el final de la pasarela y... corrió hasta la campana. ¡Se colgó de ella! Me impresionaba la energía, por estos músicos no pasan los años.
Alrededor de una hora y media de iniciado el concierto, Angus se apoderó de la atención, un solo de 10 minutos, nos dejó a todos boquiabiertos, no sólo por el talento innato del señor sino por la energía y las sensaciones que transmitía. Demostró talento hasta el primer traste de la guitarra, con una y dos manos, de rodillas, en el suelo, con su afamado paso...
Parecía que el evento había finalizado, se despidieron pero la gente no se despegó de sus lugares, algún “another one” se escuchó. Obvio para que gritar ¡otra, otra! Si ya había demostrado el vocal su poco español. Unos minutos después regresaron al escenario. Ya no estaba el tren, ahora salían cañones, tres a las orillas y seis al centro del escenario. Y cómo no iban a regresar, si todos notábamos que no habían tocado dos clásicos. Regresaron para concretar nuestro viaje infernal por la vía más rápida, y para todos aquellos que estuvimos dispuestos a rockear se nos reconoció: For those about to rock (we salute you).
Fire! Fire! Fire!
Y con cañonazos y fuegos pirotécnicos terminó el show. Pero la satisfacción perdura.

5 comentarios:
definitivamente emotiva!!!
Por momentos como ese, vale la pena lo que se paga.
Gracias a verdaderos artistas que se preocupan por el espectáculo que dan a los asistentes, no como aquellos que entrando el dinero a su bolsa, dejan de lado la calidad de sus conciertos.
Momentos especiales que se recordarán para siempre en tu memoria!
Genial tu crónica!
Pero, para la otra no olvides una pequeña cobija o una gran chamarra!! :D
Buena crónica me agradó bastante, ¡faltaron las fotografías!
Un detalle, ¿las pre-ventas no son por Banamex?
¡Ups! perdón,tienes razón Anónimo. Las pre-ventas son a través de Banamex. Eso pasa por pedir que te compren tus boletos, yo nisiquiera tengo tarjetas. Gracias por la observación lo corregiré.
increible
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