Desde la entrada al verde tren, es obvia la situación: "no hay paradas hasta el estadio", dice la voz que sale por las bocinas de la estación.
El transporte repleto de personas con cara de turistas avanza lentamente y los autos a vuelta de rueda, se dirigen al sur de la ciudad, mientras un ingenioso revendedor intento hacer negocio dentro del vagón.
Al llegar a la explanada no puedo evitar el asombro, mezclada con unas cuantas sombrillas, una mancha humana color verde se desplaza lentamente de un lado a otro; hoy faltaron al trabajo, hoy viajaron, hoy se fugaron. Son de edades y pieles distintas, con acentos libres que van del regio al yucateco y que están ahí con un mismo fin. Las taquillas decoradas con letras en aerosol permanecen cerradas frente a un grupo de personas que se aferran a no creer que los boletos se agotaron hace un mes y que su único recurso será pagarle 5,000 a un revendedor.
El tiempo avanza, la fila no. Los que tenían cámara aprovechaban para para tomar la foto del recuerdo: "pero que salga el letrero del estadio, para que me crean que vine".
Una explosión de chiflidos y cornetas avizaron que las puertas se abrían y tras la obligada revisión, todos corrimos a ubicar nuestra puerta de acceso.
Ahí estaba, lucía como si no hubiera vivido más de 40 años, bajo el sol del mediodia, el Azteca brillaba como si hubiera estado esperando ese momento desde hace mucho tiempo, como si también fuera su primera vez.
¿Hasta las 2:30? ¡Me voy a secar! Exclamó un desesperado aficionado después de enterarse que la venta de cerveza iniciaba en 2 horas, sinceramente fueron de los minutos más largos de nuestra vida.
Refrescos, tacos de canasta, paletas de hielo, pizzas y lonches, cualquier cosa es buena para despistar la espera y matar el hambre. Por el sonido y las pantallas, Adal Ramones enfada a la gente pidiéndonos que "nos salga parejita la ola". Llega la gente y la cerveza, las banderas y los cantos, una emoción va creciendo junto con la mancha verde, ncesita explotar.
Tim Howard sale a calentar y un coro de insultos lo recibe al igual que al resto del equipo, sólo para hacer más evidente el aplauso para el conjunto nacional que minutos más tarde aparece con la pulcritud de los uniformes al ritmo del himno de la FIFA. Ahí están los protagonistas de esta función, los héroes y los futuros villanos.
Con la falta de cultura que más de una vez nos señala, los abucheos impiden escuchar el himno norteamericano, luego un silencio, el público se levanta y como si lo hubiéramos practicado muchas veces, 104 mil personas entonan el himno nacional, se enchina la piel, se infla el orgullo.
El árbitro silva y comienza la acción, todo es fiesta hasta que 9 minutos después, un pase de Donovan con influenza, le dá la oportunidad a Davies y anota el gol. Es gol, el estadio enmudece y el festejo calienta la sangre; son reacciones encontradas y antes de que los malos recuerdos invadan la mente, la vibra vuelve a funcionar, el apoyo y la seguridad van de la gente a los jugadores y de regreso. Venga!
Como en raras ocaciones, el equipo no baja los brazos y una punteada del Cuauhtémoc entregado que Castro toma para disparar con fuerza convierten el empate. Una explosión de alegría inunda el espacio y las gargantas se liberan de vida, una especie de conexión de éxtasis recorre los cuerpos de todos los presentes y sólo hasta entonces me doy cuenta de donde estoy. Es la Selección, es el Azteca, es contra Estados Unidos.
El técnico que muchos llevamos dentro se hace presente: "déjala", "a Guardado, mándasela a Guardado", "¡de derecha!","nooo Giovani, así nooo!". Sin sentir el paso de los minutos, apareció el medio tiempo y se fue; los segundos 45 minutos fueron de suspenso, Gionvani fallaba, Franco no se movía y a pesar del esfuerzo, Guardado y Blanco no alcanzaban a desbordar por izquierda ante una defensa totalmente ordenada de los estadouinidenses.
Los gringos no intentaban, no buscaban, se limitaron a esperar el contragolpe que no pasó de dos o tres intentos. El tiempo transcurría, ahora si rápido y la desesperación comenzaba a sentirse; la entrada de Nery y los aventones ponían más tensa la situación, los cambios dieron velocidad pero en la última jugada faltaba precisión.
Tenía que ser así, aunque yo lo esperaba por izquierda; un desborde magnífico de Juárez por derecha, un pase preciso a Sabah (siempre acompañado de suerte) quien controla y dispara con potencio por arriba... lo hizo! Como en camara lenta la imagen entró a mi cerebro y un sonido me hizo reaccionar GOOOOOOOOOOOL!!! Desde el corazón, desde la desesperación y la impotencia, desde los recuerdos explotaron las almas verdes. Una lluvia de múltiples líquidos hacía contraste con el sol que brillaba con la intensidad perfecta, la euforia colectiva se desató, el cielito lindo se escuchó en toda la ciudad y el árbitro silvó.
Si, ganó la Selección, me permito a mí y entiendo a todos los mexicanos que hoy se sienten dueños del triunfo, a los que estuvieron en el estadio desgarrándo la garganta y confiando, con esa confianza ciega que se entrega a pocos y que no pide mayor recompensa que ver ganar al equipo. Así es el futbol, así es el Azteca, para entregarse, para vivirlo con la majestuosidad que representa y para un partido que independientemente de la calificación a un mundial, representa una lucha psicológica y social: aquí si podemos ganarle a Estados Unidos, si estamos unidos, si confiamos, por lo menos en el futbol y en nuestra casa, podemos demostrarle al mundo que somos mejor que ellos.
Por hoy no hay cuestionamientos, las críticas sobre las fallas las dejamos para después, porque en medio de nuestra rutinaria vida de malos ratos, nos merecemos festejar mientras el cuerpo quiera y el ánimo nos dure. Ganó México, de alguna u otra manera, ganamos todos.
1 comentarios:
Así como hay un equipo de futbol que le gano a estados unidos, así en equipo, siendo personas justas, podemos ganar en muchas otras cosas, tienen razón tus palabras. Que buena crónica Sara.
Ya tuve la oportunidad de ir al azteca, para nada comparado con la emoción de un estadio lleno de ese espíritu triunfador que nos distingue y nos hace únicos, ocupaste un lugar que muchos deseabamos.
El 243 presente en los grandes eventos!!
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