El coqueteo comenzó hace unos años, cuando por internet comenzaron a circular las canciones y videos de unos tipos más o menos de la misma edad que yo, cuyas letras eran sobre fiestas, ligue en bares, desmadre con los amigos y otros temas que todos alguna vez hemos experimentado o al menos pensado. Sus canciones se quedaron en mi cabeza y no dudé en conseguir ese disco y, más tarde cuando salieron, los otros dos en formato físico.
Ayer terminó la larga espera, los Arctic Monkeys finalmente vinieron a México. La lamentable presentación del Distrito Federal me hizo pensar lo que nos podía esperar la noche del 22 de abril, pero lo que se vivió en la carpa del Foro Alterno disipó toda duda generada y superó con creces las expectativas que me había generado.
Pocos minutos de las ocho llegué al mencionado lugar -¡Puta madre!- me dije a mí mismo, al ver las largas filas que había y aún tenía que esperar a un amigo para entregarle su boleto. Luego de largos momentos de desesperación mezclados con ansiedad y emoción, además de una discusión por teléfono, finalmente arribó, le di su entrada y corrimos a formarnos. Afortunadamente mi hermano había llegado antes que yo y pude verlo en una de las largas líneas de personas. Sin pensar en los demás, un par de amigos y yo nos unimos a él. ¿Gandalla? Sí. ¿Remordimiento? No. Eran los Arctic Monkeys, con boletos de zona VIP y no iba a perdonarme estar en esa zona y en un lugar madreado.
Luego de la esculcada de rutina, esa en la que se supone te confiscan los objetos prohibidos pero adentro encuentras desde los típicos churros de mota hasta cámaras profesionales, a paso apresurado logramos entrar. Ya había muchas personas pero tampoco era para tanto.
Recordé las palabras un amigo me dijo, el mismo al que esperé para entregarle su boleto: “Busca lugar en el lado izquierdo, la gente es bien pendeja y siempre se queda del lado derecho”. No sé si sea regla general pero al menos esta vez así fue. Me di tiempo incluso de ir a comprar una cerveza doble, pues la tarde era calurosa y más ya metidos en la carpa.
Justo cuando terminábamos de beber cerveza y tragar papas, Sleepy Sun salió al escenario. El público reaccionó de manera positiva, más de lo que se podría esperar: aplausos, gritos de aprobación y brincos en algunas canciones. Son de San Francisco, hay chicas en la banda y tocan un rock agradable, pero no estábamos ahí por ellos. Los empujones ya habían comenzado a estas alturas, la distancia entre unos y otros era nula, la temperatura aumentó de manera considerable. Cuando su presentación se alargó la gente no dudó en reaccionar con frases tan finas como “¡Chichis! ¡Chichis! ¡Chichis!” o señas que les indicaban que se largaran.
Cuando al fin terminaron con su show, los apretones siguieron, todos esperaban ocupar un buen lugar cerca de la preciada barra de contención. Para esto, ya muchos sudábamos como puercos: “¡No mames, sudo más que cuando cojo!”, gritó uno entre la masa. Era bastante incómodo y, quizá, desesperante, pero a pesar de ello en ningún momento sentí que alguien se molestara. Era raro, en realidad se sentía un ambiente de camaradería, como si pudieras confiar en los tipos que te rodeaban a pesar de ser unos completos desconocidos. Sonará a cliché pero la música era lo que nos unía y fue lo que nos mantuvo aferrados a ese lugar.
Pocas eran las mujeres que alcanzaba a ver, la mayoría no resistió los embates de la muchedumbre. Sí, es una verdadera lástima que muchas de ellas se encontraban hasta adelante y que por los constantes empujones tuvieran que salirse pero ¿qué se puede hacer cuando se lucha contra una horda de personas movidas por el corazón y no por la cabeza?
Para estos momentos mis manos ya se encontraban arrugadas, como cuando te pasas un buen rato metido en una alberca o cuando se prolonga la ducha, a un tipo junto a mí incluso se le despellejaron: “¡No me toques!”- le dije bromeando- a lo que él respondió -¡Tengo lepra! – en el mismo tono en el que yo le hablé. Mi playera ahora era de un color más oscuro, se sentía pesada; estaba empapada en sudor, no sólo mío sino también de todos los que me rodeaban.
¿Cuánto tardaron en salir? Ni idea, fue largo tiempo o al menos así lo sentí. ¿A qué hora salieron? Tampoco supe, no me importaba y aunque hubiera querido saberlo era imposible que pudiera sacar mi celular por la apretada situación. Sólo esperaba el momento en que se apagaran las luces y salieran los changos… y así fue.
La histeria total con las primeras notas de Dance Little Liar y de aquí en adelante todo fue en incremento: los gritos, brincos, el calor, los pisotones, empujones, golpes. Por unos instantes pensé en rendirme y moverme para atrás pero eso no era una posibilidad, no esperé tanto para portarme como un marica, eso es algo que me enseñaron los Mars Volta. El repertorio de canciones que se aventaron al inicio hizo que en ningún momento se bajaran los ánimos. Mis pies agotados, mis brazos muertos, mi cuello adolorido, pero si no brincabas te quedabas relegado en un mediocre lugar. No había de otra más que seguir el ritmo de los demás, pero no lo digo como algo negativo, en verdad disfruté de estos momentos.
El vaivén de las olas me hizo reencontrar a las personas con las que iba, también me encontré con otras caras conocidas. Pero no había tiempo más que para decir “Hola” y desaparecer nuevamente entre la masa. Por momentos podías estar muy cerca y luego no tanto, simplemente había que dejarse llevar.
Las cosas se calmaron a medio concierto, fue como si nos hubiéramos echado un rapidín en el que vaciamos toda la energía al principio y, una vez que acabamos, nos calmamos un poco sin dejar de cachondear. Sin embargo, aún había que concluir y aventarnos un palo más. Mi segundo momento orgásmico (ya me había venido desde el inicio) llegó con “When the Sun Goes Down”, la cual me provocó una explosión en la médula cuya onda expansiva recorrió cada vello de mi cuerpo. Luego de la primera despedida, regresaron con “Fluorescent Adolescent”, un cover y culminaron con “505”.
¿Hace falta decir que fue uno de los mejores conciertos a los que he asistido y que vi a una de mis bandas preferidas? Amé el concierto, amé a mis camaradas, amé las corrientes de aire que se colaron entre la carpa… amé a los Arctic Monkeys.
Frases entre Sleepy Sun y Arctic Monkeys:
Conversación entre dos tipos:
-¿Cuánto mides?
-1.90
-Chinga tu madre por eso.
Otra conversación:
-¿Te metiste a una alberca o qué pedo?
-Sí güey.
-Pues yo creo que fuimos a la misma, mírame.
Horda contra una chava que contestó su celular:
-¡Le habla su mamá! ¡Le habla su mamá! ¡Le habla su mamá!…
Durante el concierto:
“¡Toquen de las del nuevo disco, ya me cansé!”
Peticiones: Durante todo el concierto un grupillo de personas jodió con que querían “Mardy Bum”. La banda no los peló/ “¡La de San Pancho!”, gritó una mujer (“Fake Tales of San Francisco”).
Las porras: Oe, oe, oe, oe, Arc-tic, Arc-tic/ Versión mejorada: Oe, oe, oe, oe, Arc-tic Mon-keys
¿Faltaron fotos y video? Chequen en otras partes, yo fui a disfrutar del concierto.
10 comentarios:
Pues yo lo disfruté muchísimo y sí tengo Foto y video ;)
Subiré algunas digo... Pa'l complemento :D
Muy bueno Kike.
Las conversaciones son geniales jajaja. -*-
Que buena crónica
Hasta m dierón ganas de aver hido
lastima que la ñoñes no me haya dejado!!
Jajaja
Al principio me pareció aburrida... pero ... eres bueno escribiendo, me hiciste de reír!
Es como escucharte platicar.. jajaja
Hey Kike, está muy chida la crónica. Thumbs up. (yo también amé esas corrientes de aire que por instantes refrescaban de manera inesperada)
Saludos.
Mhira nada más, cada vez te lo avientas mejor.
Buen concierto, pero yo, que sólo soy una más entre el público, sentí que ese descanso del primer orgasmo se prolongó e incluso llegó a sentirse un espacio en el que bien pudiste vestirte e irte.
Buena crónica, bien pudieron aceptarla como la oficial, mucho mejor que las aburridas que leí al respecto.
Que buena cronica kike,
si la verdad de los mejores conciertos que he vivido. aun sigo euforico!!!
el concierto inicio a las 10:15.
sabes ni yo senti remordimiento al colarme a la fila donde ya estaba esperando tu hermano, hahahha
"no esperé tanto para portarme como un marica" pues si llegaste casi a las ocho, no esperaste tanto y si te portaste como marica jajaja
pero chido wey :D
Concuerdo con el comentario de que al principio fue aburrida... qué nos interesa todo lo que pasaste para llegar. No he escuchado bien a los monkis, ni me dieron ganas de ir. Pero se me hizo chida tu cronica, me cayeron varias pedradas (metaforicamente).
felicidades por la crónica, propondo a kike para este tipo de notas y que nunca más escriba quién hizo la de franz ferdinand
Kike me encantó tu crónica =D
Como siempre escribiendo excelente
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