Una voz grabe anunció “primera llamada” y el recinto comenzaba a llenarse. Minutos después acompañada de las recomendaciones e instrucciones necesarias (guardar silencio, fotografías sinflash y celulares apagados) la misma voz emitió: “segunda llamada”. Ya pasaba de las 7:30 de la tarde, la hora acordada pero por fin la tercera; el lugar se obscureció mientras un son nostálgico de violines se iba apoderando del espacio sonoro. Cuatro, cinco, una más y hasta siete; siete mujeres con la cabeza y el rostro cubiertos recorrían el escenario, iban y venían, entraban y salían de escena, parecían desorientadas.
Y así inició: el drama de una madre, una viuda marcada en el alma por el filo de un arma, el filo que cortó de tajo la vida de sus familiares. La pérdida de un hijo y su esposo y el mal augurio de la boda de su hijo, su único sobreviviente.
Aunque el título de la obra (Bodas de Sangre) predecía el desenlace de ésta, el trabajo en escena me mantenía asombrada. Cada personaje actuaba como su vida misma, el reparto parecía poseído por sus personajes. Aun con austera escenografía, la obra abundó en talento. El lenguaje y el vestuario me transportaron al ambiente rural, quizá del siglo XIX. A la vida de los hacendados y a una tragedia rural.
Apreciaba la presentación, mientras unas cuantas risas inoportunas se escuchaban al fondo. El espectador a mi lado trataba de ocultar su inconveniente risa. No podía concebir que alguien no comprendiera aquella obra maestra presentada de forma magistral. Un poema para la vista, la combinación de la obra de García Lorca, un dramaturgo español consagrado, la adaptación excelsa de Mauricio Pimentel y el trabajo histriónico admirable del reparto.
Continuaba la puesta en escena. La novia vestida de negro parecía augurar el fúnebre destino, la alegría del casorio interrumpida por el impulso de una pasión prohibida y… no diré más por respeto a quienes la quisieran ver o leer.
La obra continuó y terminó. Uno a uno salieron de nuevo los actores, yo no podía dejar de aplaudir, habría ovacionado si no fuese por la altura de mi asiento. Su director, Mauricio Pimentel pronunció unas palabras de despedida, invitó al público a vivir la vida al máximo. El teatro Rocinante cumplió su prometido. Ofreció una presentación admirable y transmitió en ella un mensaje social: Lo impredecible de la muerte y la fragilidad de la vida.
2 comentarios:
Hey! que interesante proyecto! Y que interesante también que no iniciaran en la capital del estado.
Buena manera de promover el teatro y más con la calidad que mencionas.
Quisiera asistir a alguna presentación, no muy lejos, claro :S
¿Dónde puedo obtener informes sobre las presentaciones?
Anónimo: De verdad es un proyecto que vale la pena, es el único en su tipo en el país. La gira 2010 a penas comienza, se prevé que perdure hasta mayo. Las siguientes comunidades que visita son:La Piedad, Vista Hermosa,Jiquilpan, Angamacutiro, Puruandiro, Cuitzeo, Cd. Hidalgo, Zitacuaro, y concluyen en El Oro Michoacán.
Ojalá puedes acudir a alguna de las funciones venideras.
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