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Crónica DFctuosa

Publicado por esejosue |

Camino a la velocidad de las presiones normales de mi vida. En un metro, en el tren de la ciudad más grande del mundo. Es mediodía, fin de semana y además puente, por eso la ciudad se vacía, y envía a sus habitantes como turistas a otras ciudades.

En dirección hacia el Zócalo, entro por la estación Hidalgo, miles de personas subiendo y bajando, caminando y corriendo. Un caos de mundos, cada persona siguiendo su destino, me concentro en no perderme.

Parado a la orilla de las vías observo a los niños tomados a la mano de sus padres, creo que saben las precauciones necesarias en un lugar tan inseguro, en ocasiones los bajitos deben cuidar a sus mayores.

El ruido del tren aproximándose interrumpe mi atención para avisar de la llegada veloz de una carga de miedos, tristezas, ignorancia, risas, peligros, preguntas, todo tipo de sentimientos e ideales.

El tren se detiene, detrás de mi se acercan quince personas, que aglutinadas ya se imaginan que irán sentados, comienza la batalla por un lugar, por un espacio que a nadie nos pertenece. Me toca la suerte de quedar frente a una de las puertas del vagón, las quince ya me están aventando para poder entrar sin que las puertas estén abiertas todavía.

Me percato de la gran cantidad de almas que viajan. Se abren las puertas, veinte o treinta personas querrán bajar contra las quince que queremos abordar. Comienza la lucha cuerpo a cuerpo, a pesar de los gritos de las autoridades del tren ,"Dejen bajar por favor señores, primero dejen bajar..."; nadie hace caso, todos queremos subir, como si fuera la ruta al cielo o estuvieran dando algo a cambio de nada.

Entonces da inicio mi historia, ya en la lucha al abordaje, y yo cargando mis pocas pertenencias trato con fuerza de avanzar unos pasos, mi pie derecho sube al tren, y sin aviso alguno alguien se lleva mi cartera, mi trabajo, mi diversión, mi esfuerzo por obtener unas monedas que cada día desaparecen de mis manos de manera obligada.

Mi mente se asusta y mi cuerpo reacciona de manera violenta, volteo y detrás de mi, quince caras, quince silencios, nadie me dice nada, yo grito: "Hey cabrón mi cartera, tu fuiste, dame mi cartera", tomo a un sujeto del brazo, él estaba a un suspiro de distancia, rápidamente niega haberme robado, observo los otros catorce rostros, un ciego, una joven universitaria, una madre sorprendida, pero nadie dice nada.

¿Con qué me quedo? ¿Qué hago? ¿A quién culpo? Él corrió velozmente, hizo un laberinto con la gente y desapareció como si ya estuviera bien entrenado para su oficio.

Todo paso tan rápido, como las injusticias, como el tiempo de ahora... como el tren.

Quedo parado en la misma estación acompañado de una impotencia de no poder hacer nada, mis manos se empuñan, mis ojos se humedecen, y mi coraje quiere irse contra alguien, pero se queda, me lo trago como muchas otras cosas que debemos aguantar en este país.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Las imágenes que no se olvidan, las que permanecen más que en las fotos, en la memoria y para mí en el corazón.

Un lugar donde puedes encontrar todo, en verdad todo.

Como diría cafeta, unos 3 o 4 meses viviendo en el subsuelo

Desii dijo...

No podía ser otro lugar que el dfectuoso :)
combinando la belleza de su gente cn delincuencia en sus calles.
En fin, me gustó la crónica ;) -*-

Miriam Pulido dijo...

Momentos, raros, divertidos, tristez, emotivos.... una ciudad llena de contrastes, llena de cultura, llena de delincuencia, de impotencia, llena de todo!!!


Y, como negarse para volver a ir??

Si es nuestro DF.!!!!

Payaso dijo...

Hey!!!! Te aventaste el genero que mas disfruto y te quedo genial, la neta lograste transportarme al lugar y transmitir tus sentimientos hacia el wey que te robo la cartera.

Live free or die hard

ZaIra !!! dijo...

No manches te quedó chídisima la crónica, son pocos los que saben hacerlas y tú lo hiciste PERFECTO!!, felicidades, les mando un saludo a todos los del 243, los veo mañana (a algunos)

Anónimo dijo...

Jajaja Mala suerte Neo-primo, asi se aprende a vivir en la ciudad de la furia.

Me gustó tu crónica.
Un Abrazo!

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