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Nadie dice nada

Publicado por Miriam Pulido |

Entonces, sucede que cuando uno empieza a escribir lo que le ha pasado, los ojos que leían se tienen que ir. La misma coartada de lo que se sufre es aplicada una y otra vez por nuevos pasajeros de la vida, en el medio- interés de lo que se hace y dice no existe más que la búsqueda del placer en palabras y roces interesantes.
Nadie escucha.
-Disculpe, ¿me podría ayudar? Fíjese que me siento así ….. y lo pasos se escuchan.
-Sí, mire que a mí me pasa parecido, últimamente me he sentido ….. y de repente: -Me tengo que ir.
-¿Dice, entonces, qué me pondría mejor si hago eso de ……? y sólo contesta: -Sí pues eso, buenas noches.
Aún queda el subconsciente que de vez en cuando le regaña y por horas, al menos, se vuelve a la otra vida que cada vez parece más lejana.

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