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¿Cómo puedo comenzar una carta que va dirigida a tí?

¿Con qué clase de ojos puedo mirarte, si tú me permites todo aquello que me complace a pesar del costo?

No quiero ser dramática, pero lo acepto, me gusta llorar de la nada. Pérdoname si estas líneas vienen a desestabilizar el nuevo mundo en que comienzas a vivir, o quizá me doy demasiada importancia a mí misma... quizá ni te importe lo que hago, o lo que dejo de hacer, y no lo digo por chantaje, lo digo, por que probablemente sea cierto y de ser así esto sería quizá lo mejor... y de alguna manera algo que definitivamente me sería muy triste. No estoy diciendo nada, creo que cuando quiero decir algo simplemente lo digo.

Sería una mentira decirte que no sé , por que te escribo, finalmente sí lo sé.

Si es necesario que diga todos los defectos que poseo, y todos los adjetivos que merezco, esto dejará de ser una carta y se convertirá en un confesionario.Pero no me justificaré en una locura que no padezco, contigo no puedo, el mundo no me conoce, tú si, y no sé si yo pueda presumir que te conozco.

A veces me acuerdo de ti, y de lo que me dices cuando nos vemos, me acuerdo y me pregunto, como en tan corta edad, puede haber una voz tan profunda y convencida; me acuerdo de tí cuando veo ciertos objetos, el libro de mi Oscar que he raptado desde hace tanto tiempo, o cuando veo a Norma con "Caballo de Troya", o las fotos de Angélica, pero no en una forma nostálgica, o bueno quizá sí en una forma nostálgica, pero no, mm no trágica.

Y cuando te llamo o nos vemos, me parece cada vez más peculiar tu personalidad que, aunque tenga cosas que no me convencen del todo, por que yo sé que hay cosas también que no te gustan de la mía, y creo que lo que más me agrada es que no te importe, ni lo que no me termina de convencer de tu personalidad, y que no te importen mis defectos... que a pesar de ellos, siempre estás dispuesto a ayudarme como sea posible, a lo mejor tú no lo sabes, por que no he sabido mostrarte, pero sabes que yo estoy para tí también, en muchas maneras.

Me siento como una niña, y me encanta que no estés pendendiente de mí, como existen diversos modos y enfermos también, pero creo que debería callar esta boca que tengo en las manos de una buena vez.

Victoria